En este post voy a hablar del Pabellón Dorado Kinkaku-ji 金閣寺, un templo ubicado al noroeste de la ciudad de Kyoto, y que fue construido para ser el lugar de descanso del Shogun Ashikaga Yoshimitsu a finales del s.XIV. Al final, acabó siendo un templo zen y declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994. Actualmente es uno de los símbolos de Kyoto.
El templo posee un maravilloso jardín japonés y un gran lago que rodea al Pabellón. Al darnos cuenta del reflejo en el agua, nos da la sensación de sumergirnos en un mundo paralelo. No debemos permitir que una vez plantados en frente de la edificación, el dorado del Pabellón nos deslumbre y no nos deje contemplar la belleza de otros detalles del conjunto (bueno, un poco si).
El edificio consta de tres plantas . Las dos plantas superiores del pabellón están recubiertas con hojas de oro puro. El primer piso, llamado la Cámara de las Aguas, (Shinden-zukuri), evoca el estilo clásico de palacio imperial (básicamente una gran habitación rodeada por una baranda). El segundo, llamada la Torre de las Ondas de Viento (Buke-zukuri), es de estilo samurái, y que alberga al Bodhisattva Kannon. El tercero, con ventanas, es de estilo templo Zen, y es llamado Kukkyoo-choo, y que alberga una tríada de Budas y 25 figurillas Bodhisattvas.
En lo más alto del techo está ubicado un fenghuang o «fénix chino» dorado.
Después de pagar el ticket (500Y) y de me obsequiaran con una guía del recinto y una bendición budista (un papel alargado con el nombre del templo y un sello), una vez dentro del recinto del templo, conviene tomárselo con calma y apreciar la belleza de todos y cada uno de los detalles que nos brinda Kinkaku-ji. Quiero destacar que la visita al templo no es muy larga dado que al entrar vas siguiendo una ruta, a base de circuito y no se te está permitido perderte a tus anchas como a más de uno nos gustaría (de aquí, la importancia de tomártelo con calma).
En mi caso visité el templo en pleno Otoño, y me di cuenta de porque a los japoneses les gusta tanto esta estación del año y porque es tan especial. Los diferentes tonos de rojo y amarillo de los árboles llenan los paisajes y las ciudades de vida y de belleza, una belleza efímera que los japoneses saben apreciar y disfrutar como nadie. El momiji (hojas de otoño) y elkôyô 紅葉 (color rojizo que toman las hojas de los árboles antes de la llegada del invierno), hacen de esta época del año, una estampa estéticamente maravillosa y quizás una de las más bonitas de Japón. Caminando por los bosques de alrededor del templo, por momentos no supe si permanecía en Kyoto o si estaba en «La Comarca». 🙂 (El Hobbit)
Acceso:
– Si estás en Kyoto, para llegar hasta aquí lo más fácil es coger el autobús 101 o 205 desde la estación de Kyoto.
– En mi caso fuí desde Osaka. En tren (Hankyu) y bajarte en la parada Karasuma para enlazar con el metro Karasuma Subway Line y bajarte en Kitaoji Station y tomar el bus 101, 102, 204 o 205