Como turista, era indudable ir a visitar el Castillo de Osaka que se encuentra en pleno centro de la ciudad y está rodeado de un gran parque donde el contraste de los colores de los árboles te fascina y la tranquilidad para pasear es total.
Una vez paseando por el bosque de camino al Castillo y desayunando una bola de Onigiri, quise desviarme de la ruta turística y decidí tomar mi propio camino, ascendí por una escalera de piedra y llegué a un pequeño templo o santuario, hay que decir que me impresionó bastante, uno por estar solo y alejado de todo, y dos, por encontrarse en la altura y rodeado de un montón de figuras de budas cubiertas con telas rojas, pasé mas de media hora observando todos y cada uno de los detalles de esa hermosa vista.
Puse dirección al Castillo y me sorprendió mucho la gran dimensión del edificio, los colores, los numerosos techos y su decoración dorada. Tomé muchas fotos y contemplando la edificación noté la presencia de un pequeño anciano que me observaba, se me acercó y se sorprendió de mis rasgos faciales, los ojos, la nariz, no paraba de sorprenderse.
Me resultó muy divertido y al terminar de hablarme en japonés, cambio el idioma y se me puso a hablar con un inglés bastante comprensible, me explicó la historia del Castillo, me hizo de guía por las diferentes edificaciones de su alrededor y me explicó el significado de cada escultura, como se debía de actuar en un templo, como entrar y como pedir tus deseos.
Tuve la suerte de encontrarme con una boda al mas estilo tradicional japonés, la pareja paseando por los jardines y vestidos con sus respectivos Kimonos, cosa que el hombrecillo me explicó que también lo celebró con su esposa mucho tiempo atrás. Por cierto, el hombrecillo se llama Kasuaki y uno de sus artistas favoritos es Gaudí, me enseñó una vieja carpeta que tenía escondida en su mochila y en su interior poseía varios artículos sobre el Park Güell y la Sagrada Família. Kasuaki me dijo que no debía abandonar Osaka sin antes comer Okonomiyaki, el plato típico de la zona y también Takoyaki, se lo prometí, le agradecí la experiencia, le mostré mi gratitud y me marché.